En el relato bíblico de la experiencia de Nehemías de la construcción del muro para fortificar el templo y restaurar la adoración al Dios de Israel, encontramos algunas enseñanzas claras y prácticas.
En primer lugar, encontramos que Nehemías tuvo una convicción profunda de restaurar el muro que rodeaba el templo. Esa inconformidad visceral que él experimentó, fue producida por una realización que el pueblo de Dios no tenía identidad sin la adoración al Dios del cielo. Cuando adoramos al Dios viviente, descubrimos quién somos. Sin una convicción generada por el Espíritu de Dios, no tiene ningún sentido encausarnos en un proyecto de restauración.
La segunda observación en esta historia es que cuando Dios da una visión ¡Él, también, da la provisión! Nehemías presenció como Dios abrió grandes puertas para complir el cometido que Dios le había dado a él. Cuántos de nosotros no podríamos dar testimonio de que Dios ha sido fiel y misericordioso con cada uno de nosotros. Él ha abierto puertas en situaciones cuando no habría ninguna salida a nuestros problemas. Como dice el famoso refrán en inglés, "His will; His Bill" (Si Él lo procura; es Su factura).
En tercer lugar, Dios se encargó de todos los obstáculos y enemigos Nehemías enfrentó desde el principio hasta el fin de la reconstrucción del muro. Dios pelea contra nuestras batallas! Él nunca nos deja solos y desamparados. Dios nos proteje y derrota a todos nuestros enemigos.
En resumen, este proyecto de construcción es iniciativa de Dios. Él nos pone el deseo para construir un lugar donde palpemos la Gloria De Dios. Él es quien pone todos los recursos a la disposición del proyecto y todos involucrados en el. Nuestro Dios nunca no va a abandonar. Aunque la oposición se levante contra la obra De Dios, recordemos que, "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos."
Pastor Roberto Coronado
Iglesia Adventista de la Comunidad
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